150. En mayo 2008, durante un viaje a USA y Canadá, un amigo norteamericano vinculado a sectores de inteligencia muy enterados sobre Perú me preguntaba si era cierto que el ex presidente ACT (acrónimo de Alejandro Celestino Toledo) se había convertido en a kind of broadcaster. Seguidamente repasamos en amena pero acuciosa conversación respectivas instantáneas de aquel período presidencial: Los oscuros whealings & dealings del abogado César Almeyda, quien en la campaña del 2001 fue el personero legal en jefe del Partido Perú Posible y luego no solo director del órgano de inteligencia sucedáneo del SIN sino también presidente del clave INDECOPI; el sorpresivo "suicidio" del general Oscar Villanueva (cajero de Vladimiro Montesinos) justo en la época en que negociaba su colaboración eficaz teniendo como interlocutor principal a Almeyda; la irregular inscripción de acciones de la cervecera colombiana Bavaria (a la sazón novicia dueña de Backus y Johnston) en la CONASEV que implicó el probable pago de una multimillonaria coima a través de Almeyda; la inicial crítica acérrima del diario El Comercio contra el desenvolvimiento del gobierno toledista que tuvo como cúspide el 2004 cuando editorializó solicitando que el entonces presidente diese "un paso al costado"; la justa devolución de la licencia de América Televisión por parte de José Enrique Crousillat y familia debido a la flagrante receptación de dinero indebido que les entregaba el socio de Alberto Fujimori; la no convocatoria a un esperado concurso público para la cesión de propiedad a nuevos dueños con toda transparencia; las negociaciones borrascosas que desembocaron en que el canal terminó siendo "oficialmente" entregado a Bavaria y al grupo El Comercio como nuevos propietarios; la reventa del porcentaje de los colombianos hacia el grupo La República, et cétera.
Ahora bien, ha pasado el tiempo y lo que ha notado la atenta opinión pública peruana -a más tardar en el curso del último medio año- es un sospechoso comportamiento de justamente los grupos El Comercio y La República, haciendo más que evidente una sujeción a los intereses del ex presidente Toledo en sus esfuerzos por lograr un segundo período de gobierno. A los que no han estado muy atentos solo les basta con revisar las publicaciones y emisiones de los medios vinculados a dichos grupos mediáticos y en especial los de América Televisión.
Todo ello nos permite concluir que las peruanas y los peruanos desconocemos los términos exactos de las negociaciones que desembocaron en la elección de los nuevos dueños de dicho canal; pero no podemos evitar la sensación de que los Miró Quesada y los Mohme son básicamente dueños nominales y de que el dueño real de América Televisión es el señor Toledo.
Ahora bien, ha pasado el tiempo y lo que ha notado la atenta opinión pública peruana -a más tardar en el curso del último medio año- es un sospechoso comportamiento de justamente los grupos El Comercio y La República, haciendo más que evidente una sujeción a los intereses del ex presidente Toledo en sus esfuerzos por lograr un segundo período de gobierno. A los que no han estado muy atentos solo les basta con revisar las publicaciones y emisiones de los medios vinculados a dichos grupos mediáticos y en especial los de América Televisión.
Todo ello nos permite concluir que las peruanas y los peruanos desconocemos los términos exactos de las negociaciones que desembocaron en la elección de los nuevos dueños de dicho canal; pero no podemos evitar la sensación de que los Miró Quesada y los Mohme son básicamente dueños nominales y de que el dueño real de América Televisión es el señor Toledo.